Luis Aragonés ha publicado este mediodía la lista de convocados para los trascendentales choques ante Dinamarca e Islandia. Y, como era de esperar, las sorpresas han brillado por su ausencia.
El seleccionador nacional sigue 'erre que erre'. A pesar de los nefastos resultados cosechados por el combinado español en los últimos tiempos, el 'sabio de Hortaleza' continúa empecinado en no rectificar. Se gane o se pierda siempre acuden los mismos.
Sin embargo, es cierto, existe poco donde escoger. Los jugadores españoles de calidad escasean, ninguneados ante el masivo aterrizaje de futbolistas foráneos. Y es que el papel que desempeñan en sus equipos, salvo contadas en excepciones, es de actores secundarios.
Ahora bien, Luis Aragonés patina. No puede anteponer la antipatía que le despiertan ciertos jugadores a sus cualidades futbolísticas. De este modo, clama al cielo la ausencia del prometedor Raúl Albiol, que integra un muro infranqueable junto con el argentino Ayala en el Valencia. Otros zagueros, como el otrora denostado Iván Helguera, que aportaría una fluida salida del balón desde la defensa, o Alexis Ruano, revelación del campeonato, también merecerían un puesto en la 'roja'.
Si los defensas centrales no inspiran demasiada confianza, qué decir de los laterales. España presenta una preocupante flaqueza en los costados. No emergen laterales de garantías. En cambio, jugadores de banda para el centro del campo sí que surgen en nuestro balompié. Mas el seleccionador prefiere el sacrificio y el trabajo, que el desborde o el talento. ¿No resulta extraño que ningún especialista en pegarse a la línea de cal y abrir el campo esté presente en la convocatoria? Joaquín no atraviesa por un buen momento y Vicente sale de una lesión, pero los imberbes Jesús Navas y Santi Cazorla meritan una oportunidad. El conjunto ibérico necesita atacar para imponerse a Dinamarca y a Islandia si quiere clasificarse para la próxima Eurocopa.
No obstante, la selección es un mal endémico. No parece tener cura. No se sabe si el culpable es Ángel María Villar, el seleccionador, los jugadores o todos ellos. Pero los aficionados están desengañados. Están desencantados. Y no es para menos.
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