Daniel Pedrosa ha crecido. Se ha hecho mayor. Ya no es el crío que nació en 2001 para el Campeonato del Mundo. Aquel niño se ha adulto. Se ha convertido en una de las referencias de MotoGP y se le considera uno de los más firmes aspirantes al título.
A lomos de su Honda, el de Castellar del Vallés afronta una temporada crucial para el devenir de su carrera. Es el instante para exhibir su inaudito talento. Si lleva a cabo una sobresaliente campaña, se erigirá en un serio postulante a formar parte con mayúsculas de la historia del motociclismo mundial. En cambio, si su actuación no excede de discreta, únicamente podrá ser tildado de buen piloto.
El piloto del equipo Repsol Honda sabe que llega la hora de la verdad. Tras tres temporadas inmaculadas y rebosantes de éxitos, fue campeón de 125cc en 2003, y de 250cc en 2004 y 2005, el pasado año se bautizó en la categoría reina. Su debut fue más que prometedor, puesto que cosechó dos victorias, dos segundos puestos, cuatro terceras plazas y logró cuatro poles. Y lo que es más importante, puso en jaque y en más de un aprieto a Valentino Rossi y a Nicky Hayden. De hecho, a falta de pocos grandes premios aún era candidato a la corona de MotoGP.
Esta temporada Pedrosa contará con dos aliados. Por una parte, ya se halla completamente adaptado a la máxima categoría del motociclismo universal. Y, por otra parte, las nuevas máquinas de 800cc se adaptan y favorecen su pilotaje. En su contra estarán el hambre de venganza, el ansia y la magia del herido Valentino Rossi. Pero por soñar que no quede. El duelo entre la superestrella transalpina y el tricampeón catalán será memorable.
Cuando Pedrosa daba sus primeros pasos en el Mundial, 'Il Dottore' se apremiaba para tomar sitio en el muro y observar las evoluciones de un adolescente que apuntaba maneras. Unos años después el niño se ha hecho mayor. Es más, será el gran obstáculo para que el italiano no vuelva a campeonar.
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