domingo, 4 de febrero de 2007

Ya no somos campeones del mundo

Ya no somos campeones del mundo. El triunfo de Alemania en el Mundial disputado en tierras teutonas ha entrañado el fin del reinado de la selección española. Pero fue bonito mientras duró.
El combinado ibérico acudió al Campeonato con los designios de revalidar su cetro universal, mas no ha sido posible. Varias razones han imposibilitado a la 'furia roja' volver a alzarse con la victoria.
Primeramente, el Mundial, como asevera el indeleble Luis Miguel López, ha sido de Alemania y para Alemania. Estuvo concebido desde sus primeros pasos a que el conjunto dirigido por el mostachudo Heiner Brand obtuviera la corona universal. Y es que por aquellos lares el balonmano se vive de distinta guisa. Se trata del segundo deporte más popular del Estado germano. Por ello, no sorprende que los pabellones estuvieran repletos de enfervorizados hinchas en cada uno de los encuentros. Era indiferente si la protagonista era la selección local.
No obstante, cuando la selección alemana hacía acto de presencia en el Köln Arena, se multiplicaban los decibelios. Los rivales se mostraban timoratos. Por no decir nada sobre los árbitros. Los colegiados han exhibido el síndrome de Corea. Han hecho lo posible y lo imposible para beneficiar al conjunto de casa. Todos recordamos los atracos en el país asiático a Portugal, a Italia y a los discípulos de Camacho para favorecer a la anfitriona. En Alemania, ha acaecido algo análogo. Dos de las escuadras de mayor potencial, como España y Francia, han claudicado ante la parcialidad de los jueces.
Ello no es óbice, pero, para reconocer nuestros propios errores. De este modo, la defensa 5-1 disuasoria, estandarte de la hazaña de Túnez, ha sido analizada a conciencia por nuestros oponentes. Sabían que mediante la circulación de un extremo hacia el centro o a través de dobles pivotes podían zafarse de los débiles marcajes hispanos. Asimismo, parece inconcebible la decisión del seleccionador de dejar fuera de la convocatoria a Juanín García, uno de los mejores extremos del mundo, en el choque capital para nuestras aspiraciones. Por no decir nada de nuestro inexistente lanzamiento exterior o del abuso de la conexión con Rolando Uríos.
No sería justo, sin embargo, arremeter contra los chicos de Pastor. Son deportistas con casta, pundonor y calidad. Nos han proporcionado descomunales alegrías y nos continuarán deleitando en el futuro con otras gestas. Fuimos campeones del mundo. Y si los Ruesga, Víctor Tomás o Aguirrezabalaga, persisten en sus progresos, podremos retomar la senda de la gloria.

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